“Oh amor.
Si una eternidad he de esperarte envejeceré antes de oír tu llamado y que puedas reconocerme.
¿De que sirve que sueñes conmigo si tras siglos de espera los años no pasan en vano para la frescura de una mujer?
Tu tardío amor dejara mi virtud pasar sin poder perpetuar nuestra pasión.
Mi cuerpo se marchitara y seré una seca flor… tu serás la hoz que taje mis deseos.”
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Escalofríos le recorrían la espalda y hasta el busto. Ni su cabello largo podía protegerla del clima…
Se había estado sintiendo egocéntrica durante un tiempo, desde el hecho de escribir en su diario de vida solo de ella, ella y nadie más. El resto eran agentes externos que influían en su vida.
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“Oh gran sabio… tu que lo sabes todo y ninguna duda se cruza en tu diestro camino, encamíname hasta el fin para juntarme contigo y conocer un futuro sin mas que amor.
Que el amor nos guíe a la eternidad y tu y yo siempre juntos y nuestros cuerpos siempre jóvenes, que seamos bellas flores en un territorio árido hasta conocer la perfección de un lugar no-cielo sino tierra perfecta.”
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Salio ha caminar por los escurridizos pasajes de su vecindario. Con un viento arrollador que le helaba las orejas hasta endurecer sus aréolas. El frío pasaba por su cuello y descendía por su piel más que cubierta de ropas.
Entonces, pasó. Lo vio… o mejor dicho la vio.
Se acerco con cautela y soplo su cuello, como si ya no tuviese suficiente frío. Su cuerpo reacciono al aliento y su piel se hizo de gallina así como su corazón toco el cielo.
Las miradas se cruzaron y el tiempo se detuvo en un instante, todo era perfecto.
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“oh muérdeme, devórame. Deshaz mi cuerpo con tus dientes.
Quiero sentir tu ira, tu fuerza, tu amor hecho odio. Que pasión mas exquisita, ven amor y ultrájame; tómame con fuerza hazme tuya. Te veo y te deseo, pero soy demasiado puritana. Quiéreme, quiéreme! Tómame! Entiéndelo te deseo. Quiero que me mates, hay de mi y tus brazos; mi mente y los deseos carnales.”
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Eran espantosas sus noches. Que sueños se desgastaban en su mente. Parecía que no dormía, ojeras en su rostro lo decían ¿Qué haces por las noches que no duermes? Y quien dijo que no durmiese solo que su mente aun en sueños se desvelaba esforzando momentos idóneos con él.
Esto de ser tan buena niña estaba cansándola, a veces fantaseaba con ser una prostituta que hiciese lo que quisiese nadie le diría nada. Pero claro, ese no era un mundo para niñas de bien.
Llegaba a creer que podía estar loca… ¿“muérdeme”? ¿“devórame”? sus fantasías estaban al borde del sadismo que podía estar pasando por su cabeza.
Entonces una noche despertó toda mojada. La transpiración tenía su polera húmeda y salio de su casa a correr por las calles en plena noche. Todo estaba muerto, nadie a esa hora digno de un saludo salvo que quisieses morir.
Golpeo una puerta con frenesí, su respiración agitada la volvía loca, su pecho arriba y abajo, su aliento saliendo blanco por sus labios “oh por dios abre la puerta”, el frío la estremecía creo que aun mas si ya estaba histérica. Entrecruzaba sus piernas blancas y bellas “abre…”
Y entonces la puerta comenzó a abrirse y ella ayudo para que fuera pronto.
No se vieron ni nada por el estilo, pero sabían que querían ambos.
Se tocaron, el la recorrió con sus manos sin tocar nada impropio, dejándola con las ganas. Ella tomo su boca con hambre y bebió de su aliento y saliva tibia “que labios”, puso su pierna entre las de el y se aferro fuerte. El al fin toco sus pechos, las aréolas se sentían también “oh bien…” quería apretar “oh si…”
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“…tócame amor… si…
Hacia tanto que soñaba contigo, ¿por que esperamos tanto para disfrutarnos? Si nuestros cuerpos lo pedían, lo sentí ese día. Me viste y te vi, me saludaste con tu aliento y mi cuerpo reacciono, espero el tuyo también, así son mis fantasías, tu queriéndome. Sin eso no es nada, te siento… si, ¿como no hacerlo? Tu cuerpo se siente bien y deja claro el mensaje…
Siempre quise sentirte, mis sueños… oh… mi pierna entre las tuyas si… quiero que me toques, tócame, mi cuerpo lo pide, ya dejo atrás a la niña buena, no quiero serlo mas, al contrario quiero que me tengas, tómame! Me desespero, mi cuerpo caliente te quiere, te quiero, me quieres, cójeme.”
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Las manos descendieron hasta llegar donde quería y entro entonces sus gruesas manos se sintieron húmedas “que exquisito”.
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“ah…”
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Ella subía y bajaba apretando sus piernas y el movía sus manos en círculos dentro de la zona, que maravilloso cuerpo también quería saborearlo. El deseo era inmenso.
Tirados en el suelo el se agacho y subió la única ropa que ella traía hasta su vientre mínimamente abultado para ser mas realistas y blanco, exquisito, suave… bajo la cabeza y lamió…
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“…aah… de nuevo… si… de nuevo.”
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Lamió de nuevo, su cabeza arriba y abajo, el placer la enloquecía su cuerpo tuvo espasmos su ricos pechos se menearon ¿Quién no querría tocarlos? ¿Lamerlos?
El lamia y lamia, estaba erecto, que exquisita.
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“Eres deliciosa… aah…”
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Ella lo jalo hacia si, beso sus labios con angustia, ansias. El sobre ella amoldo su cuerpo para estar aun mas juntos, sus pechos pegados eran una sensación inolvidable.
El éxtasis en ambos se notaba en su respiración y las mil ideas de cómo comenzar se agolpaban en su mente, ella bajo su mano, con delicadeza lo guío y le ayudo a entrar.
“aah…”
Lo demás queda a tu imaginación.