martes, 16 de julio de 2013

Decimo octavo registro: Deseos injustos de una niña egoísta. ¿Pero que puedo hacer?

Estamos en Julio. Mi cumpleaños ya ha pasado. Vencí el miedo de pasarlo sola, pero al final se lo he dejado todo a la casualidad de la vida que logro hacer algo por reunir a personas en un bar.
Me han regalado “Cincuenta sombras de Grey” y llevo la mitad leída hasta ahora. Es bueno, no es el mejor libro que he leído pero es bueno y entretenido y agradezco mucho a la persona que me lo regalo.
Pero hay algo que me ha acompañado en mi lectura frenética e imparable y es un sentimiento de amargura y soledad. No me deja en paz. Lo tengo en todo momento en mi pecho y en mi estomago. Es una tensión incomoda que me hace detenerme cada tanto para mirar mi habitación y agachar la mirada, sentir mi respiración, ponerme hiperalerta a mi propia existencia y a lo que sea que me inquieta y al no ver nada tomar el bendito libro y seguir leyendo.
“Carpe Diem” estuvo muy de moda en mi adolescencia mientras cursaba la media. Carpe Diem me dijo  “la sociedad de los poetas muertos” ayer. No puedo aprovechar el día! Mi existencia miserable no me lo permite.
Querida doctora… lamento decir que las sesiones no me han ayudado a tenerme fe. La imaginería es muy difícil para mí. Estoy llena de ideas absolutistas sobre la tristeza. Querida doctora, solo quiero poder esconderme en mi cama y refugiarme del mundo que no me hace bien. No se vivir.
Me doy cuenta que todos los días transcurridos en mi vida no han servido nada mas que para ocultar realmente quien soy. No me con conozco y es por eso que tras todo el desastre que arruino mi vida el año pasado he quedado a la intemperie. Se me ha arrancado la piel… no sé cómo vivir en un mundo en que la brisa me hiere. Tengo temor a las personas. Temo equivocarme. Temo dañar. Pero más temo a que me dañen

No quiero vivir. Por favor, por favor. Quiéranme, abrásenme, protéjanme, desvívanse por mí. Cuídenme por  favor porque tengo miedo.

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